Josu Garay. No sin dificultades, el tándem formado por Serafín Zubiri y Alfonso Darias consiguió finalizar el pasado viernes en Marruecos la 5ª edición de la Titan Desert. La historia no tendría mucho de excepcional si Zubiri, como todo el mundo ya sabe, no fuera invidente, de ahí que haya necesitado a Alfonso como piloto, a los mandos de la bici, y a Sergio Fernández, que les abría paso a ambos, como guía. Sin embargo este equipo, que ha estado patrocinado por El Camino de los Satélites, dependiente de la Fundación Tecnología Social (FTS) y que tiene por objetivo hacer accesible el Camino de Santiago a los discacitados, no figura en las clasificaciones oficiales, ya que no pudo completar en el tiempo previsto por los organizadores la cuarta etapa, la más larga (135 km) y dura, debido a un problema mecánico, ya que rompieron el plato grande y tuvieron que, literalmente, arrancarlo con un alicate para poder continuar pedaleando.
Las dificultades del terreno, en especial los oueds (cauces empedrados de ríos secos) de la parte final de esa jornada, convirtieron su participación en un infierno. Sin embargo, acabaron la etapa y la prueba, de ahí que el artista navarro dé por logrado el objetivo. Es la segunda Titan Desert que finaliza, ya que también logró la hazaña el año pasado. Serafín, no obstante, está acostumbrado a superar retos y, aunque saltó a la fama tras representar a España en el Festival de Eurovisión de 1992 -luego repitió en 2000-, puede presumir de, pese a su ceguera, haber conseguido gestas que no están al alcance de cualquiera, como son conquistar las cimas del Aconcagua (6.959 metros), Mont Blanc (4.807 m) y Kilimanjaro (5.895 m) en cuestión de unos meses, allá por 1994, o haber finalizado unos cuantos maratones. "Lo más duro fue el Aconcagua, por la altitud", recuerda todavía. "Pero fue una experiencia maravillosa: hay un antes y un después en mi vida" El Kilimanjaro", que ascendió aprovechando la buena aclimatación a la altura que llevaba, "fue como un premio".
Antes que el ciclismo y después del montañismo, Serafín también probó en los maratones. “He hecho 10”, dice como si nada. “Cinco en Madrid, dos en San Sebastián, y luego Sevilla, La Habana y Nueva York”. Su mejor marca es 3h.19, lo que no está nada mal, aunque él se ve capaz de mejorarla. “También he corrido la Behobia-San Sebastián en 1:23”. No es de extrañar que, después de estas experiencias, crea que “la vida es como un gran maratón y, pese a las dificultades, lo importante es llegar”. Su vida ha sido una carrera se obstáculos. "La capacidad de superación está por encima de los límites que nos marcamos", dice Zubiri a modo de filosofía. "El deporte me ha ayudado mucho a la hora de saber superar los problemas de la vida. Te hace ser más fuerte y, para la gente con algún tipo de minusvalía, es también una herramienta de integración".
Pese a ser ciego de nacimiento, Serafín Lizoain Vidondo, que así se llama, no ha parado de hacer cosas en la vida, superando así su deficiencia y todo tipo de adversidades. Así, lo mismo ha sido capaz de dar un recital al piano, que quedar finalista del programa de TVE ‘Mira quién baila’. Después del éxito que cosechó en este programa, a punto estuvo de ir con una expedición al Polo Sur, pero no pudo hacerlo porque le reclamaron de “Bailando por un sueño’, un programa de similar formato en Argentina. “Me hubiese gustado llegar al Polo Sur y, si puedo y surge la ocasión, algún día lo conseguiré, pero ‘Mira quién baila’ fue maravilloso, y eso que al principio pensaba que no iba a ser capaz y sólo lo logré cuando ‘Poti’ me dijo que tenía que hacerlo pensando en otras personas con alguna minusvalía”. Serafín no ve, pero siente. “Percibo la realidad que me rodea. Y además soy muy curioso y pregunto mucho. Me gusta hacerme un esquema mental de lo que me rodea”. No es de extrañar que incluso vaya al cine con cierta asiduidad. “Y en los viajes, como a Grecia o Turquía, los guías alucinan conmigo, porque no paro de preguntar”. No tiene complejos de ningún tipo. “Soy feliz siendo como soy, me siento realizado. Creo que ser ciego me ha marcado de forma positiva porque, entre otras cosas, me ha dado más fuerza mental”.