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En el arranque de la prueba, Pablo Lastras (Movistar), Matteo Montaguti (AG2R), Maxim Belkov (Katusha), Diego Rosa (Androni), Lars Bak (Lotto) y Filippo Fortin (Bardiani Valvole), fueron los protagonistas hasta la neutralización, momento en el que se unieron al grupo en la nueva salida manteniendo una diferencia con el resto de 7:10, que les sirvió de poco.
El trabajo del Cannondale, fue excepcional y mermó aún más, las escasas posibilidades de los fugados y del resto del grupo. La ascensión a Cipressa (22km a meta) y el Poggio (a 6km de meta), decantarían la carrera.
El trabajo del Cannondale, fue excepcional y mermó aún más, las escasas posibilidades de los fugados y del resto del grupo. La ascensión a Cipressa (22km a meta) y el Poggio (a 6km de meta), decantarían la carrera.
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Los 6 corredores, se iban a jugar la victoria final, a falta de 200 metros arrancó Peter Sagan en el Lungomare Italo Calvino, pero el último instante, Gerald Ciolek, en un espectacular sprint, supero al eslovaco del Cannondale, para apuntarse el triunfo en la edición más dura de la Milán-San Remo. El alemán remontó en los metros finales y se impuso en un grupo de elegidos en el que estaban, Fabian Cancellara, Sylvain Chavanel, Luca Paolini y Ian Stannard.
Después de lo visto en esta 106ª edición de la Milán-San Remo, he sacado en claro 2 cosas, que no me han gustado:
1.- La reanudación de la prueba, se ajustó dando prioridad, al horario de conexión de la televisión obviando el propio sentido de la prueba deportiva, dando claramente, mas importancia al interés económico que al deportivo y a la seguridad, sin pensar en los corredores.
2.- La falta de compañerismo de Tom Boonen, que fue muy crítico con la organización, tras negarse a seguir en carrera, una vez neutralizado el Passo Turchino, quejándose de que 100 corredores pudieran volver a tomar la salida cuando venían claramente descolgados.
Sinceramente, creo que hay algunos limites, que no se deben rebasar.
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