Nacho Labarga. Hay vida en el ciclismo nacional fuera de Contador, Samuel, Arroyo o Luis León. No todo es el Tour de Francia y demás carreras de postín. Bien lo sabe Paco Macebo que, a sus 35 años, pedalea con la ilusión de un juvenil al otro lado del charco. Lo hace allí después de que los tentáculos de la Operación Puerto le obligaran hace unos años a exiliarse.
Los grandes equipos y las agencias deportivas le dieron la espalda como al resto de 'apestados'. Se rompía su idilio con la bicicleta. Pero las presiones e injusticias que acompañaron al de Navaluenga no terminaron por hundirle. Todo lo contrario. El madrileño (criado en Ávila -cuna de grandes ciclistas-), soterró sus miedos y cogió un billete de avión rumbo EEUU después de algunas experiencias en Portugal. Tuvo que cortar con su glorioso pasado, ese que mostraba el maillot a mejor joven en el Tour de 2000, varios Top 10 en la 'Grande Boucle', un campeonato de España, un podio en la Vuelta a España...
Su relación con la OP quedó demostrada aunque nunca fuese juzgado por dopaje. "Todo el proceso se hizo muy mal. Es un tema que todavía no está cerrado y que, cuando termine el juicio, veremos que medida tomamos", explica Mancebo en declaraciones aMARCA.com. El corredor nunca tuvo problemas con la UCI ni en ninguno de sus controles. Pero el Tour de Francia le vetó y desde entonces ha convivido fuera del calendario de las grandes pruebas europeas.
"Se ha hablado mucho. Existen varias leyendas y rumores sobre todo lo que me ocurrió", reconoce Mancebo respecto a sus supuestos casos de dopaje. Pero la verdad es que existe la posibilidad de que el ciclista nunca obtuviera beneficio alguno. "Siempre he tenido el hematocrito alto. Y eso es algo que me ha podido perjudicar. Mi pasaporte biológico nunca ha dado ninguna irregularidad", sentencia el madrileño.
No había excusas para él. Las oportunidades se le escondieron y tuvo que buscarlas al otro lado del charco. Allí, Mancebo es feliz y sigue ganando carreras (cuatro en lo que va de año): "Me encuentro muy bien, estoy pensando en irme a vivir a Arizona. He renovado dos años con mi equipo y, pese haber habido contactos con equipos italianos o franceses, descarto la posibilidad de ir a Europa". El tren nacional ya pasó. España ya no es una opción.
Bicicleta, descanso y entrenamientos. Mancebo lleva ahora vida monacal. Disfruta de unos días en su tierra tras dar guerra en los campeonatos de España (frente a los Rojas, Contador y compañía) antes de volverse a América para reanudar la competición. Desde su casa ve con nostalgia el Tour de Francia, donde años atrás demostró su clase. "Creo que lo acabará ganando Alberto si anda como lo hace normalmente o incluso algo menos. La mejoría de Andy Schleck en la contrarreloj todavía no es suficiente como para batirle", vaticina.
Mientras avanza la ronda francesa, Macebo seguirá entrenándose para seguir aumentando su casillero de victorias. Para lograrlo recurrirá a ese espíritu combativo y de superación que le ha acompañado durante toda su carrera y que ha evitado que cuelgue la bicicleta antes de tiempo. Pese a la edad, buscará depurar ese estilo -quizá poco estético- pero heroico fortalecido a golpe de riñón que el espectador tanto reconocía. No está perdido. Su clase, sus victorias y su sonrisa aún perduran. "Con montar en bici me basta para ser feliz".
Los grandes equipos y las agencias deportivas le dieron la espalda como al resto de 'apestados'. Se rompía su idilio con la bicicleta. Pero las presiones e injusticias que acompañaron al de Navaluenga no terminaron por hundirle. Todo lo contrario. El madrileño (criado en Ávila -cuna de grandes ciclistas-), soterró sus miedos y cogió un billete de avión rumbo EEUU después de algunas experiencias en Portugal. Tuvo que cortar con su glorioso pasado, ese que mostraba el maillot a mejor joven en el Tour de 2000, varios Top 10 en la 'Grande Boucle', un campeonato de España, un podio en la Vuelta a España...
Su relación con la OP quedó demostrada aunque nunca fuese juzgado por dopaje. "Todo el proceso se hizo muy mal. Es un tema que todavía no está cerrado y que, cuando termine el juicio, veremos que medida tomamos", explica Mancebo en declaraciones aMARCA.com. El corredor nunca tuvo problemas con la UCI ni en ninguno de sus controles. Pero el Tour de Francia le vetó y desde entonces ha convivido fuera del calendario de las grandes pruebas europeas.
"Se ha hablado mucho. Existen varias leyendas y rumores sobre todo lo que me ocurrió", reconoce Mancebo respecto a sus supuestos casos de dopaje. Pero la verdad es que existe la posibilidad de que el ciclista nunca obtuviera beneficio alguno. "Siempre he tenido el hematocrito alto. Y eso es algo que me ha podido perjudicar. Mi pasaporte biológico nunca ha dado ninguna irregularidad", sentencia el madrileño.
No había excusas para él. Las oportunidades se le escondieron y tuvo que buscarlas al otro lado del charco. Allí, Mancebo es feliz y sigue ganando carreras (cuatro en lo que va de año): "Me encuentro muy bien, estoy pensando en irme a vivir a Arizona. He renovado dos años con mi equipo y, pese haber habido contactos con equipos italianos o franceses, descarto la posibilidad de ir a Europa". El tren nacional ya pasó. España ya no es una opción.
Bicicleta, descanso y entrenamientos. Mancebo lleva ahora vida monacal. Disfruta de unos días en su tierra tras dar guerra en los campeonatos de España (frente a los Rojas, Contador y compañía) antes de volverse a América para reanudar la competición. Desde su casa ve con nostalgia el Tour de Francia, donde años atrás demostró su clase. "Creo que lo acabará ganando Alberto si anda como lo hace normalmente o incluso algo menos. La mejoría de Andy Schleck en la contrarreloj todavía no es suficiente como para batirle", vaticina.
Mientras avanza la ronda francesa, Macebo seguirá entrenándose para seguir aumentando su casillero de victorias. Para lograrlo recurrirá a ese espíritu combativo y de superación que le ha acompañado durante toda su carrera y que ha evitado que cuelgue la bicicleta antes de tiempo. Pese a la edad, buscará depurar ese estilo -quizá poco estético- pero heroico fortalecido a golpe de riñón que el espectador tanto reconocía. No está perdido. Su clase, sus victorias y su sonrisa aún perduran. "Con montar en bici me basta para ser feliz".