La normativa es clara: el clembuterol es una sustancia considerada cualitativa y su mera detección en un control supone sanción, independientemente de que la cantidad detectada sea insignificante. El caso del ciclista español está tomando un cariz que raya lo esperpéntico, lo último es que la Asociación Española de Productores de Vacuno de Carne (ASOPROVAC) ha interpuesto una denuncia ante el Ministerio para que se esclarezca la posible veracidad del "solomillo contaminante". Obviamente, aquí cada uno defiende lo suyo. Y hacen bien.
Desde el principio este caso no se ha llevado de forma clara. Si el tema es el clenbuterol, ¿por qué tardó la UCI tres meses en hacer lo que era ordinario, es decir, pasar el expediente sancionador a la RFEC? ¿por qué informó primero al corredor y pasó un mes hasta que, debido a la prensa, la UCI informó del positivo? ¿por qué se dejó caer el bulo de que se llegaría a una solución pactada?. Aún hay más dudas: ¿se puede arrebatar el Tour a Contador por haberle detectado una sustancia y en una cantidad que no suponen mejora alguna para el rendimiento? ¿Es eso justo? Y en el caso de que haya algo más –los oficiosos restos plásticos– ¿por qué no se hace saber oficialmente? ¿por qué no le abren expediente por esas supuestas autotransfusiones que sí implican una mejora en el rendimiento?
A pesar de todos estos interrogantes lo más probable es que sancionen y pierda el último Tour el mejor ciclista de los últimos años y auténtico icono de este deporte. La pregunta es si esto es bueno para el ciclismo. Creo que no. La UCI es una pésima gestora y una de las principales causantes del descrédito del ciclismo actual. Aunque lo fácil es echarle la culpa al insensato, codicioso y egoísta corredor que actúa siempre de manera aislada, aunque sepa que lo van a pillar: nunca hay corresponsables. Sin embargo, creo que la UCI es culpable; entre otras cosas de dar crédito este año a la estrambótica teoría del motor eléctrico que sirvió para desprestigiar a Fabian Cancellara. Tres cuartos de los mismo ocurrió en el caso de Pellizotti que se ha pasado el año en blanco para que después le dijeran que no había nada contra él…
No sé en que estarán pensando estos dirigentes. Quizás vayan por el camino acertado, aunque no lo parece. Quizás este sea el camino, irremediable, duro e implacable para lograr un ciclismo limpio y sin dopaje. Pero también es posible que ese ciclismo no exista, que sea una entelequia a la que unos cuantos se han agarrado y que, no lo olvidemos, mueve muchísimo dinero. Creo que si hoy reinventáramos el ciclismo –y otros muchos deportes profesionales– volvería a aparecer el dopaje porque dudo mucho que otro ciclismo sea posible (teniendo en cuenta que el concepto de "dopaje" es relativo como ya hemos comentado en alguna ocasión). Es más, diré que a mí me importa poco que sea o no posible otro ciclismo, lo que sí creo es que actualmente tienen el deporte más desprestigiado del mundo, un deporte devaluado que están empeñando en vender a otros países como Australia, Canadá y más recientemente China… venden un ciclismo limpísimo e impecable, pero vacío de estrellas y plagado de sospechosos, de ganadores pendientes de un hilo: como dice un amigo, "sabremos quien ganó el Tour de 2011 en 2012".
Bjarne Riis ganó el Tour de 1996. Años después reconoció que tomó EPO durante aquella edición y al Tour le faltó tiempo para retirarle del palmarés. Lo lógico es que le hubieran adjudicado la victoria al segundo, pero claro, ese era Jan Ullrich y no era lo suficientemente limpio como para merecer el Tour. Bueno, pues al tercero: joder, el tercer fue Virenque, tampoco nos sirve. ¿Y el cuarto? Laurent Dufaux, ¡mierda!
Mi conclusión es que Riis ganó aquel Tour tomando lo mismo, al menos, que el resto de los veinte primeros clasificados. Dudo mucho que él tuviera en exclusiva la pócima mágica. Por tanto, a mí modo de ver no hizo trampas, hubo igualdad y sencillamente ganó el mejor. Otra cosa es que eso sea saludable para los ciclistas o que sea un modelo social ejemplar. El caso es que les costaría mucho convencerme de que ningún chaval se dedica al deporte profesional para mejorar su salud… ¿quién no le vendería su alma al diablo por un ratito de gloria o por ganar un Tour de Francia?
Aunque muy probablemente esté equivocado…