Santi Durán. Hein Verbruggen se fue al COI dejando el ciclismo hecho un solar. El holandés trepador se sacó de la manga un sistema de clasificación inexistente hasta entonces en el ciclismo, un deporte que no se rige por clubs o sociedades deportivas sino que son los efímeros patrocinadores los que crean o deshacen equipos. Creó el UCI ProTour, un engendro injusto y que supone una sangría económica para los equipos, igualó a los cinco 'monumentos' con carreras de medio pelo y su sucesor, Pat McQuaid, un irlandés fiel a la voz de su amo, no ha hecho más que perpetuar la línea marcada por su antecesor y que se dio a conocer en el Mundial de Hamilton en octubre de 2003. Y una de las directrices es globalizar el ciclismo, obligando a los equipos ProTour a viajar a rincones alejados donde el ciclismo es mera anécdota pero con organizadores bien dotados económicamente para llevar el 'circo'.
¿Qué hace la UCI aparte de embolsarse una pasta disparatada en concepto de licencias, lucha antidopaje (jua) y obligar a todos a bailar su música? ¿Qué organiza la UCI aparte de un Mundial que no le cuesta un duro?.
La última noticia que ha generado expresa claramente el perogrullo en el que se ha convertido este ciclismo de nuevo cuño, con puntos, baremos y demás estupideces. Cualquier ciclista sabe que una Milán-San Remo, Roubaix o Flandes vale por diez mil Down & Under, Qatar o innovación que se le haya ocurrido a los señores de Aigle, localidad suiza donde la UCI, que nómbre más apropiado para expresar la gravedad crónica de este deporte, asienta sus reales.
Ahora resulta que un equipo del que no se sabe ni el nombre de su partrocinador y que, de momento, se llama Luxembourg Pro Cycling Project, encabeza la clasificación por méritos deportivos cuando todavía no ha disputado una sola carrera. Que Liquigas, que ganó el Giro con [van Basso y la Vuelta con Vincenzo Nibali, pasa de la segunda plaza a la novena, justo por detrás de los británicos del Sky, equipo modelo para la UCI, con todas las modernidades y avances tecnológicos pero que han sido el auténtico petardo de 2010, con actuaciones patéticas. Liquigas ha pasado de la segunda a la novena plaza porque para el año que viene pierde a Bennati, Kreuziger y Quinziato entre otros.
Como los ciclistas se llevan sus puntos acumulados durante la temporada al cambiar de equipo, las formaciones en las que corren les están pagando un sueldazo a sabiendas que todos los éxitos que logre ese corredor se los va a llevar, en forma de puntos, quien le fiche para la siguiente temporada.
De momento, sólo cuatro equipos tienen ya la 'superlicencia' para 2011: Rabobank, Garmin-Cervelo Omega Pharma y Sky. Menudo honor; cuántas obligaciones para tan magras contraprestaciones. Por no hablar de cómo la UCI gestiona los casos de dopaje, cuyos controles son pagados de modo leonino por los equipos. Ejemplo reciente es la vergüenza de cómo está manejando el caso de Alberto Contador. Hace más de un mes que se hizo público y el tema sigue en el limbo.
¿Qué hace la UCI aparte de embolsarse una pasta disparatada en concepto de licencias, lucha antidopaje (jua) y obligar a todos a bailar su música? ¿Qué organiza la UCI aparte de un Mundial que no le cuesta un duro?.
La última noticia que ha generado expresa claramente el perogrullo en el que se ha convertido este ciclismo de nuevo cuño, con puntos, baremos y demás estupideces. Cualquier ciclista sabe que una Milán-San Remo, Roubaix o Flandes vale por diez mil Down & Under, Qatar o innovación que se le haya ocurrido a los señores de Aigle, localidad suiza donde la UCI, que nómbre más apropiado para expresar la gravedad crónica de este deporte, asienta sus reales.
Ahora resulta que un equipo del que no se sabe ni el nombre de su partrocinador y que, de momento, se llama Luxembourg Pro Cycling Project, encabeza la clasificación por méritos deportivos cuando todavía no ha disputado una sola carrera. Que Liquigas, que ganó el Giro con [van Basso y la Vuelta con Vincenzo Nibali, pasa de la segunda plaza a la novena, justo por detrás de los británicos del Sky, equipo modelo para la UCI, con todas las modernidades y avances tecnológicos pero que han sido el auténtico petardo de 2010, con actuaciones patéticas. Liquigas ha pasado de la segunda a la novena plaza porque para el año que viene pierde a Bennati, Kreuziger y Quinziato entre otros.
Como los ciclistas se llevan sus puntos acumulados durante la temporada al cambiar de equipo, las formaciones en las que corren les están pagando un sueldazo a sabiendas que todos los éxitos que logre ese corredor se los va a llevar, en forma de puntos, quien le fiche para la siguiente temporada.
De momento, sólo cuatro equipos tienen ya la 'superlicencia' para 2011: Rabobank, Garmin-Cervelo Omega Pharma y Sky. Menudo honor; cuántas obligaciones para tan magras contraprestaciones. Por no hablar de cómo la UCI gestiona los casos de dopaje, cuyos controles son pagados de modo leonino por los equipos. Ejemplo reciente es la vergüenza de cómo está manejando el caso de Alberto Contador. Hace más de un mes que se hizo público y el tema sigue en el limbo.
